
...y accedo al bosque de piedra, el inalcanzable de mis sueños.
Las gotas de odio que derrama el amor,
caen sobre mi sin humedecer mi vestimenta.
Contemplé aquellos árboles
como herederos de la inmunidad,
de sus ramas más tristes
brota la alegría desperdiciada,
como de mis impulsos más cobardes
surge el coraje...
y siguiendo el sendero,
me adentro en sus retorcidos parajes,
las puertas del retorno se cierran tras de mí.
La bola de fuego descendió
y en su lugar,
un manto ténue lo cubró todo
hasta que la claridad de lo inconsumible
me envolvió por completo.
Eso fue antes y es ahora...
Me reflejaré eternamente en la mirada de los sentenciados,
cuando al susurrarles al oído
sigan los pasos que ahora les marcan mis huellas.
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